Se paga únicamente por el servicio básico del vuelo, es decir, si se quiere elegir el asiento, llevar equipaje pesado o comer en el avión; se debe pagar a parte por ello. El modelo low cost implica una compra mucho más racional, en la que el viajero debe pensar con anticipación cuáles serán sus necesidades durante el vuelo. Como regla general, las low cost permiten llevar a bordo tan solo un artículo personal que debe cumplir con ciertas dimensiones específicas para que el pasajero no tenga que abonar un costo extra. En cambio, las aerolíneas tradicionales incluyen el equipaje despachado y el de mano en el precio del ticket.

Si el viajero desea elegir asiento, y asegurarlo en caso de sobreventa de pasajes, las low cost cobran extra por ello, mientras que las tradicionales permiten elegir el asiento en el check-in. Muchas aerolíneas tradicionales ofrecen comida gratis en el avión, elemento vital para vuelos internacionales. Dependiendo, entonces, de la duración del vuelo, se podrá saber si se precisará o no de algún refrigerio. Si el vuelo dura 30 minutos probablemente la aerolínea low cost sea la elección ideal, pero si el vuelo es de 10 horas y se viaja en una low cost, se tendrá que abonar extra por el servicio mencionado. Es común entre las aerolíneas low cost que se requiera que el pasajero concurra con el ticket aéreo impreso, o en su smartphone, al aeropuerto. Por eso es importante realizar el web check-in, sobre todo para aquellos que viajan con equipaje de mano. En aerolíneas tradicionales, esto último no es un necesario. La mayoría de los vuelos low cost parten o arriban a aeropuertos alternativos, algunas veces alejados de los centros de las ciudades. Es preciso tener en cuenta la ubicación de de los mismos para comparar la tarifa final del vuelo en relaciones con el de una aerolínea tradicional.